En teoría de relaciones internacionales es habitual realizar la distinción entre teoría orientada a resolver problemas o teoría crítica. Esta distinción proviene de un texto de Robert W. Cox de los años 80 (disponible aquí). La diferencia entre la primera opción y la segunda estribaría en que, mientras la teoría orientada a resolver problemas se mantiene dentro de los límites estructurales del mundo tal y como es y, de hecho, está pensada para reproducirlo, la teoría crítica plantea nuevas posibilidades estructurales para enfrentar esos problemas. Una estructura del mundo para Cox estaría compuesta por tres elementos: las fuerzas sociales (en nuestro caso el capitalismo global y la distribución entre poderosos y subalternos que produce; las estructuras de ideas en torno al mundo, que servirían para justificar o comprender las cosas tal y como son, por ejemplo que la apertura comercial es buena per se; las instituciones, que servirían para cristalizar el conjunto y hacerlo estable, por ejemplo, el papel regulador de la OMC o el G7).
El cambio global, para Cox, se producirá cuando algunos de los problemas nuevos de una estructura dada no pueden resolverse en el marco de esa estructura, sino que es necesario situarse “fuera” de la misma para resolverlo. Fuera, aquí, significa a partir de otras estructuras de ideas y otros intereses ya que, para Cox, toda teoría se hace para alguien y para algún fin. Fuera, no obstante, no significa empezar de cero, sino que es fundamental partir de las potencialidades de esa estructura dada para salirse de ella misma y reinterpretar esos problemas, produciendo nuevos órdenes del mundo.
Pongamos un ejemplo: la sostenibilidad ecológica del desarrollo.
El post2015 hará que la nueva agenda global de desarrollo deje de ser una agenda para luchar contra la pobreza y pase a ser una agenda para el desarrollo “sostenible” (también se supone que será universal pero de eso hablaremos, y largo, otros días). La sostenibilidad, por tanto, es un problema “nuevo”.
Desde nuestras premisas la pregunta es: ¿podemos afrontar este nuevo problema desde la estructura existente, es decir, únicamente con un conocimiento orientado a resolver problemas para reproducir la misma? O, por el contrario, ¿necesitamos un conocimiento que se sitúe fuera de la estructura, es decir, fuera de la defensa de los intereses, los presupuestos ideológicos y trabajando hacia otras instituciones distintas?
La respuesta para mí es clara, necesitamos una teoría crítica que tenga capacidad de plantear alternativas a la estructura actualmente existente si queremos resolver problemas como la insostenibilidad del desarrollo. De lo que se trata, en cualquier caso, es de entender que, antes de empezar a dar respuestas, conviene que nos hagamos la pregunta sobre para quién y para qué sirven los presupuestos teóricos de los que partimos.