La enseñanza de la economía

Por Juan A. Gimeno (Economistas sin Fronteras)

Hace unos días, tuve la suerte de participar en un debate en el Colegio Vasco de Economistas, con motivo de la presentación del dossier de Economistas sin Fronteras dedicado a “La enseñanza de la economía”. Fue muy interesante intercambiar pareceres con docentes de economía y de empresa, de universidad y de enseñanza secundaria, con teóricos y con profesionales en ejercicio, con profesores y estudiantes. Se han emplazado para seguir debatiendo a la vuelta del verano.

El tema es relevante porque cómo se enseñe la economía moldea y condiciona la mentalidad de las próximas generaciones. El movimiento estudiantil “International Student Initiative for Pluralist Economics” viene denunciando el empobrecimiento progresivo del plan de estudios y exige que el mundo real vuelva a entrar en las aulas y vuelvan el debate y el pluralismo de teorías y métodos.

La ciencia económica, que nació de los filósofos sociales, ha ido evolucionando hacia la matemática, en un intento de ser tan exactos como físicos y químicos. Pero nuestro prestigio científico ha caído por los suelos ante los reiterados fracasos en las predicciones, la ausencia de auténtico debate científico y la notoria carga ideológica dominante. ¿Puede considerarse ciencia una disciplina en la que la falsabilidad de las teorías resulta inútil y conviven visiones encontradas e incompatibles? ¿Qué rigor científico es defendible cuando pueden recibir el premio Nobel, incluso simultáneamente, teóricos que defienden ideas opuestas?

En el campo teórico, la ortodoxia la define la escuela neoclásica, incluyendo a parte de los economistas neokeynesianos. La corriente crítica opuesta más numerosa la componen los postkeynesianos y neoricardianos. Y con importancia numérica mucho menor encontramos a su “izquierda” a los economistas marxistas y a su “derecha”, a los economistas de la escuela austríaca.

Sin embargo, los programas docentes en Economía se restringen, habitualmente, sólo y exclusivamente a la exposición del paradigma neoclásico dominante, haciéndolo además de una manera simplificada. La investigación está mediatizada y limitada desde la ortodoxia.

En esta ortodoxia, las limitaciones matemáticas y econométricas empobrecen el análisis dejando fuera variables decisivas, la ausencia de problemas sociales invalida de raíz la mayor parte de las investigaciones, el irrealismo de los supuestos no impide dogmatizar sobre las consecuencias extraídas a partir de ellos, la famosa cláusula del caeteris paribus justifica las desviaciones que después se observan en la realidad, la endogamia y la prepotencia científicas impiden enriquecerse con las aportaciones de otros enfoques y de otras ciencias sociales, la ausencia de autocrítica esconde una ideología evidente que actúa en defensa del status quo y huye de preocupaciones relacionadas con la desigualdad.

Además, buena parte de los análisis de la realidad económica no se han adaptado al cambio sustancial experimentado por la actividad económica. Hemos pasado de una economía real a una economía financiera, en la que las variables reales se desvanecen, en las que el poder de la información y la comunicación se convierten en variables decisivas. Los equilibrios conocidos resultan inútiles cuando el control de los acreedores sobre los deudores se convierte en el factor decisivo de las relaciones sociales y económicas y la riqueza mundial está concentrada cada vez en menos manos.

Es obligada una revisión que vaya superando modelos basados en equilibrios y en ausencia de aspectos sociales por otros que reconozcan que, al final, solo podemos entender y explicar la economía como un escenario de lucha permanente.

Los mercados reales no responden a la competencia perfecta sino a una competencia imperfecta caracterizada por la lucha por el poder monopolístico. La distribución de la renta es el resultado de una lucha de grupos y clases. El mayor o menor intervencionismo público es una lucha política con un peso esencial de los grupos de interés. Las finanzas responden al enfrentamiento entre acreedores y deudores con un grupo dominante que posee el patrimonio global. El comercio internacional es una lucha en la que se enfrentan unos países entre sí, y donde las grandes empresas y conglomerados financieros imponen sus puntos de vista. El crecimiento del norte se ha realizado siempre a costa del subdesarrollo y la explotación de los recursos del Sur. Es difícil encontrar un problema económico que pueda explicarse sin poner la lucha de intereses en la base del análisis.

Necesitamos, pues, una revisión profunda de qué enseñamos y cómo lo enseñamos. Debemos incorporar un cambio radical de enfoque que ponga el acento en los desequilibrios más que en el equilibrio, en los aspectos sociales más que en los matemáticos. Es imprescindible romper con el monolitismo y aceptar la existente pluralidad de enfoques, desde el reconocimiento de que todos tienen algo que aportar al mejor conocimiento de la realidad.

Como ciencia social, es preciso que la economía se abra sin miedo a la colaboración con otras ciencias afines, convirtiendo la interdisciplinariedad en la norma. Precisamente porque en el análisis económico la asepsia es prácticamente imposible, es imprescindible la transparencia ideológica, el reconocimiento previo de nuestro punto de partida. La humildad, la consciencia de lo parcial de cualquier perspectiva aislada, nos ayudarán a completar el puzle del conocimiento de la compleja realidad social.

Es necesaria una revisión de incentivos a los docentes e investigadores de forma que se prime el debate, la pluralidad y el espíritu crítico, frente a la actual penalización de la discrepancia. Los economistas puros deben olvidar su actitud despreciativa a los centrados en el ámbito empresarial.

Y debe incorporarse la ética. Un componente esencial de cualquier profesional pero que ha estado ausente en la formación de nuestros economistas. Necesitamos que se conozca y se asuma profundamente un código deontológico como el que algunos Colegios de Economistas han incorporado ya formalmente.

Los economistas no han de formarse como tiburones sin escrúpulos. Porque nuestra ciencia, por definición, es la que pretende estudiar cómo garantizar la satisfacción de las necesidades humanas. Aristóteles distinguía la Economía como ciencia de la recta administración y la Crematística, como  conjunto de ardides y estrategias de adquisición de riquezas. Quizás hemos formado, especialmente en las “escuelas de negocios”, más “crematísticos” que “economistas”.

En esa línea, José Luis Sampedro nos decía que hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres. Creo que solo los segundos merecen ser llamados economistas. Es nuestra responsabilidad formarlos adecuadamente.

 

Economistas sin Fronteras

Economistas sin Fronteras trabaja para lograr una economía más justa al servicio de todas las personas. Además, queremos contribuir a la construcción de una ciudadanía socialmente responsable, activa y comprometida con la necesaria transformación social.

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2 Comentarios

  1. Pudiéramos decir que las ciencias económicas requieren de un fundamento etico para que sea a partir de la justicia y la equidad

    Responder
  2. Encantado de saludarle Sr. Gimeno,

    Mi nombre es Víctor y soy licenciado en Economía por la UAM (2005).
    Al hilo de su artículo quería compartir mi opinión sobre la disciplina económica y sobre la diferencia de riqueza entre las naciones.

    Empezaré por lo segundo: en mi opinión yo pondría todo el énfasis en que la principal causa de desigualdad y pobreza es la educación, incluso usaría otra palabra, diría la inteligencia. La propia disciplina económica es ante todo un ejercicio intelectual. Nunca antes la inteligencia había sido tan importante. Voy a poner un ejemplo, de falta de inteligencia, tomado de la propia industrialización española: en España hubo una «revolución» industrial tardía que puede tener una primera causa en la desconfianza al cambio de el carbón vegetal por el carbón mineral. Pero el ejemplo que estoy buscando es otro; quiero subrayar aquel que ocurrió con algunas lineas de ferrocarril que sólo tenían coherencia en un sentido, su necesidad era «unidireccional». Es decir, un tren que podía ser útil para transportar una mercancía de A a B, pero que no tenía utilidad en su trayecto de retorno a A. Este ejemplo de reciprocidad es para mi una de las claves de la economía. Aquí les dejo una conclusión para ser reflexionada: en un sistema lleno de reciprocidades las ayudas económicas cuajan.
    A su vez vemos como los países pobres con recursos necesitan de las tecnologías de los países ricos para su producción y realización. Sin embargo esta circunstancia debe de ser vista como una posibilidad de alianzas y cooperaciones. Tras 1975 España necesitó de la llegada de capital extranjero y multinacionales extranjeras. En Brasil también ha sido necesario el capital extranjero y las multinacionales extranjeras. A su vez estos dos países han dado lugar a multinacionales y es cierto que ambos países protegieron unos pocos sectores antes de su incorporación al mercado libre. Pero no menos cierto son los milagros p. ej. de -Inditex- o -havaianas- (salvando las diferencias entre ambas multinacionales). A otros países parece importarles cada vez menos en manos de quién esta la multinacional, por ejemplo el caso de Reino Unido que ha visto como Jaguar -un icono nacional- pasó a pertenecer a un grupo financiero indio, hay equipos de fútbol -iconos nacionales- en manos de árabes o rusos, la gestión de aeropuertos en manos españolas, etcétera. En mi opinión, lo que tiene «premio» hoy es llevarse bien con la comunidad internacional. Mi mensaje busca escaparse del fatalismo con el que se asocia a un sur con países empobrecidos.

    Por ultimo voy a concluir hablando de la Ciencia Económica. Es una carrera que destaca porque pone bastante énfasis en los impuestos (a diferencia de Empresas que pone más énfasis en la contabilidad). Una de las salidas del economista es banca, dado que en España había muchas sucursales y nosotros sabemos bastante de instrumentos financieros y de los mecanismos económicos. Otros serán gestores. Algunos se convertirán en empresarios -posiblemente tras un MBA-. Y muy pocos serán realmente economistas de los que tienen que lidiar con la «macro», la «micro» y la econometría.
    El desprestigio de la ciencia económica es patológico, nace de los propios licenciados que se sienten acomplejados frente a un ingeniero, juez o médico. Sin embargo nuestra disciplina es la más intelectual de todas, sin parangón. Es precisamente el pensar que tenemos que predecir con precisión la expectativa equivocada.
    La economía podría tener otro «espíritu» y realmente nos puede conducir a la superación de la pobreza. La Ciencia Económica a logrado acumular mucha información.

    Post scriptum: la economía necesita de la psicología, el marketing, la sociología, la ecología, etcétera. Ellas necesitan de la economía (yo propondría p. ej. a la psicología que incorpore algunos modelos micro para la elaboración de modelos teóricos, podrían así deleitarse con ver la descripción de lo que entendemos por -hommo economicus- en forma de un modelo matemático -walrasiano-).

    Post post scriptum: la economía debería de relativizar y dudar de los números aprendiendo de la psicología. A su vez no hay modelo micro posible sin elaborar unas bases tomadas de la psicología.

    Suficiente opinión.

    Responder

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Sobre este blog: En el blog de Economistas sin Fronteras hablamos de economía justa y de otro desarrollo. Hablamos de una economía al servicio del ser humano.