Y acabó en tormenta

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Por Rosario Goñi (Economistas sin Fronteras)

Llegó el verano. Sale el sol, emprendemos la ruta hacia la playa o el monte, planeamos asistir a conciertos, ver museos. Hace calor, planificamos vacaciones, inventamos viajes. Los ciudadanos europeos tenemos la posibilidad de disfrutar de ese espacio europeo sin fronteras, característica fundamental de la Unión Europea. Toda una oportunidad de conocer de primera mano culturas, costumbres, idiomas, paisajes que nos pertenecen, que son parte de nosotros, de la ciudadanía europea. No estamos obligados a enseñar carné identificativo en la frontera entre Estados, incluso podemos viajar junto con nuestras mascotas y con nuestro carné de conducir desplazarnos en automóvil por toda la Unión.

Comenzado el viaje por los 28 Estados luce el sol en un cielo azul purísima, nada puede desbaratarlo. “Todo ciudadano de la Unión  tiene derecho a circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros”,  así se recoge en el artículo 45 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE.

Continuamos el viaje. De forma gradual aparecen algunas nubes que no nos hacen temer por nuestra travesía. La Directiva que trata sobre el derecho a la libre circulación y residencia, la sorprendente Directiva 2004/38/CE, establece el derecho de desplazamiento y de residencia sin condiciones en un periodo no superior a los tres meses. Parece que el derecho fundamental antes mencionado solo se puede disfrutar un trimestre. Empezamos a mirar con más frecuencia al cielo y cierto temor empieza a apoderarse de nosotros. Las nubes se van convirtiendo en nubarrones. La Directiva establece también dos categorías distintas de ciudadanos en lo que se refiere a esa libertad de circulación. Por una parte los asalariados y los trabajadores por cuenta propia y por otra los estudiantes y otras personas inactivas. Su explicación para esta diferenciación es que se realiza con la idea de simplificar y reforzar el derecho a la libre circulación y residencia. Los nubarrones dejan cada vez menos entrever el cielo europeo pero todavía no amenaza lluvia, nuestro viaje puede continuar. Sin embargo da la impresión que el derecho a  la libre circulación y residencia está muy limitado, primero en el tiempo (sólo tres meses) y luego por la condición de activo o inactivo del ciudadano europeo. Si verdaderamente se busca respetar la libertad de circulación y de residencia que establece  la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE ¿por qué ese límite de tres meses? ¿Por qué esas diferencias entre los ciudadanos de la Unión?

“Todo ciudadano de la Unión tiene derecho a circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros”

Si miramos más allá de esos tres meses en los que podemos viajar y disfrutar de una Europa abierta, sin fronteras, donde las culturas se mezclan y el mestizaje nos hace crecer como ciudadanos, los nubarrones se han vestido de luto y cargado de lluvia. Para poder disfrutar del derecho de residencia de duración superior a tres meses hay que cumplir ciertas condiciones, sorprendentemente, o no, la primera es trabajar por cuenta ajena o propia en el país anfitrión. La segunda tener recursos suficientes para no convertirse en una carga para la asistencia social de ese Estado. ¿Cuándo exactamente se convierte un ciudadano en una carga? ¿Cuándo no es productivo? ¿Cuándo deja de ser un turista al uso que no hace otra cosa que consumir paquetes vacacionales? La primacía del concepto económico es verdaderamente sorprendente en esta Directiva. No se busca la libre circulación de los ciudadanos por el beneficio que pueda proporcionarles sino para que los Estados puedan obtener más beneficios económicos  por la movilidad de la fuerza de trabajo.

¿Cómo se puede hablar de ciudadanía europea si todavía para obtener el derecho de residencia permanente en un país al que se llama anfitrión hay que residir legalmente en él durante un periodo ininterrumpido de 5 años? ¿No somos todos ciudadanos europeos? Parece que la soberanía de los Estados está muy por encima del derecho de libre circulación y del principio de igualdad que tienen los ciudadanos.

La aglomeración de nubes cada vez es mayor, pero sigue la calma. Una calma chicha, de esas que se dan en los mares que nada bueno presagian. Pero no seamos agoreros, veamos el lado positivo, el nublado nos permite viajar sin el agobio de la canícula veraniega. La Directiva reconoce el derecho de residencia de los miembros de la familia de un ciudadano de la Unión que no tengan nacionalidad de un Estado miembro. Queda así recogido el derecho reconocido en la Carta del respeto a la libertad y dignidad porque  ¿quién piensa que una persona puede vivir con libertad y dignamente si no se respeta su vida privada y familiar?  Obviamente habrá quien esgrima que se pueden producir abusos y que no se puede permitir que personas que no son ciudadanas de la Unión disfruten de las ventajas de ser ciudadano europeo. De hecho la misma Directiva en su artículo 35 habla del abuso de derecho. Pero ¿se puede considerar un abuso querer mejorar las condiciones de vida de nuestra familia aunque no pertenezca a un Estado miembro? La Unión Europea y sus Estados tienen que avanzar mucho para erradicar ese pensamiento egocéntrico y chauvinista y abrirse a un mundo global en el que todas las personas debemos tener los mismos derechos. El derecho a la dignidad humana pasa por el reconocimiento de la igualdad entre todas las personas.

Pero las nubes siguen con su evolución, cada vez más compactas, cada vez más oscuras, cada vez más llenas. Las gotas de lluvia no caen inmediatamente al suelo sino que van creciendo, cogiendo peso.  La Directiva establece que todo ciudadano de la UE o miembro de su familia podrá ser expulsado del territorio del país anfitrión por razones de orden público, seguridad o sanidad y en ningún caso podrá tal decisión fundamentarse en razones económicas.  Ahora bien, ¿no es fundamentarse en razones económicas establecer el requisito de tener los recursos suficientes para no ser una carga para el Estado anfitrión?

La Directiva establece en su artículo 39 la necesidad de presentar un informe sobre la aplicación de esta Directiva a más tardar en abril de 2008 y abordar la oportunidad de ampliar el periodo en el que los ciudadanos de la Unión y los miembros de sus familias pueden residir en el territorio del Estado miembro de acogida sin condiciones, es decir ampliar ese periodo de tres meses que recoge la norma. En ese informe se recoge la preocupación del Parlamento por la manera en que algunos Estados miembros aplican la libertad de circulación y se afirma que la transposición general de la Directiva es muy desalentadora,  “ningún Estado miembro ha transpuesto la Directiva de manera efectiva y correcta en su totalidad”. Ante esta situación son los Estados una vez más los que tienen que avanzar en su aceptación de la existencia de una nueva gobernanza en la que los derechos de los ciudadanos de la Unión están por encima de los intereses económicos y nacionalistas de los Estados.

Cuando dos masas de aire a diferente temperatura, ciudadanos y estados, se encuentran se dan las condiciones para que se produzca una tormenta. Si la Unión trata así a sus propios ciudadanos ¿por qué nos sorprendemos del trato que se da a los ciudadanos de terceros países? Cuando llegamos a este punto de nuestro viaje las nubes ya no pueden contenerse más, se aprestan a descargar. Estalla la tormenta. Relámpagos, turnos. Salimos en estampida, excursionistas sin gps. ¿Dónde buscar refugio? Algunos Estados dan cobijo a los viajeros más perdidos, como Alemania o Francia otros como España se niegan porque las cuotas “no son justas ni realistas”. Otros mandan perros y policía para parar la entrada de migrantes ¿Es justo dejar en la intemperie a personas que solo quieren buscar un futuro mejor?  Nos queda mucho camino por recorrer para ser solidarios y justos con los ciudadanos tanto europeos como de otros países. El gran problema de las tormentas de verano es que pronto se olvidan.  El espacio europeo es el símbolo más claro de la unidad de los Estados que forman la Unión Europea sería deseable que eso no se nos olvidara.

Fotografía del artículo: Guillermo Viciano (Flickr)

Economistas sin Fronteras

Economistas sin Fronteras trabaja para lograr una economía más justa al servicio de todas las personas. Además, queremos contribuir a la construcción de una ciudadanía socialmente responsable, activa y comprometida con la necesaria transformación social.

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Sobre este blog: En el blog de Economistas sin Fronteras hablamos de economía justa y de otro desarrollo. Hablamos de una economía al servicio del ser humano.