Por Jesús Ochoa (Economistas sin Fronteras)
Cada vez son más las voces desde el mundo de la política, de la universidad, de la cultura y de las organizaciones sociales que denuncian el fracaso del actual modelo económico que no erradica la pobreza y genera cada vez más desigualdades y problemas medioambientales, y que plantean posibles vías para ir configurando un nuevo modelo más humano y sostenible.
Pero, sin embargo, el poder económico-financiero, que sustenta dicho modelo, parece que cada vez domina más el mundo imponiendo su voluntad en contra de la ciudadanía y dirigiendo nuestras vidas sometiendo al poder político.
¿Se puede cambiar esa situación? ¿La ciudadanía es capaz de hacerlo? ¿Podremos superar el sentimiento de impotencia y de desmoralización que supone enfrentarse a semejante poder? ¿Podremos ser el David que vence a Goliat?
Malcom Gladwell, autor de Las claves del éxito, plantea que la historia de David y Goliat te hará replantearte lo que sabías sobre el poder. Es la victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso, un recuerdo de que, aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidades de salir triunfante. Gladwell ha reformulado el mito en su último trabajo, dice que los débiles (o, mejor dicho, los underdogs, algo así como “los previsibles perdedores”) no son en realidad las víctimas, sino aquellos que, precisamente por sus dificultades, llegan más lejos. La fortaleza es sólo una apariencia, recuerda Gladwell, todos los Goliat tienen importantes puntos débiles que un enemigo avezado puede descubrir y aprovechar.
Para enfrentarnos a nuestro Goliat, el actual poder económico-financiero, la ciudadanía global tenemos que actuar como David: responsable, comprometido con una causa justa; social, para defender a los más débiles y el bien común de su pueblo; audaz, sin temer las dificultades y los riesgos; osado, convencido que podría vencer; activo, decidido a la acción; valiente, arriesgando su integridad y confort; inteligente, estudiando las estrategias adecuadas; perseverante, a pesar de la ingente tarea que tenía por delante; inconformista contra “el no hay nada que hacer” y la indolencia.
¡¡¡¡ Todas las personas podemos ser David !!!! Todas podemos aportar nuestro grano de arena para conformar la piedra que pongamos en nuestra honda que derribe este modelo económico injusto en el que vivimos.
Como personas, somos David cuando interiorizamos, ejercitamos y transmitimos valores de humanidad, universalidad, justicia, solidaridad, cooperación, moderación, austeridad, transparencia, coherencia, diversidad, defensa de la naturaleza, etc., cuando priorizamos las relaciones humanas y familiares, cuando desarrollamos una conciencia crítica y global informándonos, analizando y compartiendo, cuando aportamos nuestro tiempo o nuestro dinero a causas sociales, etc.
Como ciudadanos y ciudadasas, somos David cuando superamos la cultura de la trampa y del escapismo, cuando hacemos un uso respetuoso de los bienes y servicios públicos, cuando cumplimos nuestras obligaciones con Hacienda y la Seguridad Social, cuando exigimos y ejercemos nuestros derechos de control de los poderes políticos y de participación en la vida pública a todos los niveles -político, sindical y social-, cuando hacemos frente a los abusos e injusticias del sistema actual, cuando trabajamos por una educación que forme personas con valores humanos, etc.
Como profesionales, somos David cuando tenemos en cuenta en nuestras decisiones sus impactos sociales y medioambientales además de los económicos, cuando la ética impregna nuestra vida profesional, cuando valoramos el trabajo como fuente de realización y no como vía para ganar más dinero, cuando fomentamos modelos jurídicos y organizativos basados en las personas y no en el capital, cuando defendemos los derechos de las personas trabajadoras, etc.
Como consumidores/as, somos David cuando el consumo lo ejercemos de manera crítica, consciente y transformadora alineado con nuestra responsabilidad social, cuando moderamos nuestros hábitos de consumo y ocio reduciéndolos y racionalizándolos, cuando utilizamos el gran poder que tenemos al elegir bienes y servicios valorando las condiciones sociales, laborales y medioambientales de su producción, financiación y comercialización, cuando participamos en las denuncias y boicots a la violación de los derechos humanos por las empresas transnacionales, cuando priorizamos el producto local, la agricultura y ganadería ecológicas, las energías renovables, la banca y los seguros éticos, la economía social y solidaria, el comercio justo, el mercado social, etc.
Como le ocurrió a David, a los demás les pareceremos locos, insensatos, utópicos, suicidas, soberbios, desestabilizadores, contracorrientes, etc. pero, al final, también ganaremos, como lo hizo David contra Goliat. Estoy convencido que la ciudadanía vencerá con mucho esfuerzo, ánimo y perseverancia ese enfrentamiento con el actual poder económico-financiero y logrará alumbrar un nuevo modelo económico más equilibrado y humano, socialmente justo y respetuoso con el medio ambiente.
“Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga ” Gandhi