Se acabó

Paradoja al canto: Inaugurar un blog con este título. Pero parece ser el signo de los tiempos. Hay cosas que se acaban, y otras que no se acaban aunque haya quien augure su final.

También es el signo de este Tiempo Muerto en el que, como en los partidos de baloncesto, nos fijamos en el marcador y, en función de cuál sea el resultado, el tiempo restante para finalizar el partido se puede tornar en angustia o en esperanza. El Tiempo Muerto impide, aunque sea por unos minutos, que la cuenta atrás siga su inexorable marcha, contra el deseo de los que ganan y para alivio de los que pierden. Por eso en el Tiempo Muerto no hay tiempo que perder: sentarse, hidratarse, respirar, tomar distancia, analizar lo que está sucediendo y proyectar lo que podríamos hacer que suceda cuando la cuenta atrás se reanude.

Es difícil saber cuándo se acaban algunas cosas. Como es difícil saber cuándo hay que dar un partido por terminado. A veces, darlo por concluido puede suponer un desprecio de las capacidades del propio equipo o de los rivales, por menosprecio o por sobrestimación. Siempre existe el riesgo de pensar que con el final de un partido se acaban las posibilidades, despreciando las que esa derrota abrió. Hay cosas que se acaban y es mejor que así sea. Esas no suelen volver. Sin embargo, las fuerzas que dieron lugar a esas cosas no se acaban por más que algunos las den por acabadas, éstas suelen regresar de alguna forma. Aprendidas y mejoradas, con más posibilidades.

Hay cosas que se acaban. Como los partidos o las competiciones. Pero hay cosas que no se acaban con los partidos. Como la rivalidad, los análisis y las explicaciones, las posibilidades de cambiar el resultado en la próxima ocasión. En definitiva el aliento del que se hacen las competiciones permanece como una fuerza inacabable. En la historia no hay partido final, por más que haya muchas finales. Sólo quienes van venciendo quieren hacer creer al resto que el tiempo se acaba. Que hemos llegado al fin de la historia.

Nos dicen: “se acabó”. Pero la historia sigue, siempre abierta.

Hay cosas que se acaban. Como las organizaciones y las instituciones, sus planes y sus proyectos. O como las legislaturas y los acuerdos. Pero en cada cosa que se acaba debe apreciarse la apertura característica de la historia.

Hay quienes tratan de convencernos de que votar contra los términos del acuerdo ofrecido por la Troika en la convocatoria del referéndum griego supone el fin de su pertenencia al euro. Y de que el Grexit supone el fin de la moneda única. Y de que éste será el fin de la Unión Europea. Pero nuestra percepción cambia si comprendemos que la convocatoria del referéndum puede servir para abrir nuevas posibilidades. Algunas ya evidentes: aparece con fuerza en el debate público la contraposición austeridad-soberanía; se incide en la debilidad de la unión monetaria concebida sin políticas fiscales comunes; se evidencia la intromisión del FMI y el carácter antidemocrático de la Troika. En definitiva, la dialéctica contra las políticas de austeridad y el desplome del gasto público de los estados avanza, al mismo tiempo que se debilita la autoridad con que tecnócratas y representantes de los intereses acreedores gobiernan nuestros destinos. Se remonta el partido, la convocatoria del referéndum es como un triple imposible en el momento más imprevisto y desesperado. Con el tiempo, tal vez, no será más que un lance de la historia que ayudó a cambiar el curso de la realidad europea. O tal vez no, al contrario, sea recordado sólo como una excentricidad de quienes se negaban a aceptar la realidad.

Una victoria del “no” en el referéndum supondría que además, la remontada continúa abriéndose camino, como un par de robos de balón y contraataques fulgurantes. Aún quedaría mucho para culminar, mucho sufrimiento y mucho sacrificio, pero ahora con más claridad de quién es el rival, dónde está y qué debilidades tiene. Una derrota del “no” tampoco concluiría el partido. Ni siquiera suponiendo un final anticipado de la legislatura. Las posibilidades estarían ya abiertas, aunque siempre habrá quien pretenda darlas por cerradas, el partido por concluido. Pero ya sabemos que hay cosas que no se acaban aún y cuando se acaban los partidos. Las fuerzas del rival avanzan en varias canchas de juego traicionando todas las normas de transparencia, diálogo o democracia, imponiendo normas favorables a sus privilegios con apariencia de acuerdos negociados y nombres rimbombantes, como el Acuerdo del Comercio en Servicios. Suerte que tenemos la brecha al secretismo que nos ofrece Wikileaks. ¿No convendría exigir un referéndum sobre el mismo? ¿También nos dirían que sería el acabose del progreso, de la libertad y del mundo?

Lo importante es que las fuerzas que abren brechas, posibilidades y alternativas no se acaben. Las que luchan contra los agoreros del “se acabó”, los que pretenden imponer una realidad terminada sin alternativa posible, una realidad que niega su carácter histórico porque este partido les puso en situación privilegio. Siempre es posible otra realidad, otra realidad europea, otra política económica u otro mundo. ¿Remontamos?

Pablo José Martínez Osés

Aficionado al baloncesto, cuando su empeño por la justicia económica, política y social y la solidaridad internacional se lo permiten. Defiende el valor y la esencia crítica del pensamiento (estudió filosofía), curioso de los procesos emancipatorios y de liberación de los colectivos y pueblos (vivió y trabajó durante una década en Centroamérica). Prefiere el análisis que la descripción (Especialista en Cooperación y Máster en Estudios Latinoamericanos por la UCM) y tiene cierto empeño en tareas inabarcables (como la tesis doctoral que trata de acabar pronto o ejercer una paternidad responsable con sus tres hijos). Aquí suele actualizar las publicaciones.

Pablo José Martínez Osés
Aficionado al baloncesto, cuando su empeño por la justicia económica, política y social y la solidaridad internacional se lo permiten. Defiende el valor y la esencia crítica del pensamiento (estudió filosofía), curioso de los procesos emancipatorios y de liberación de los colectivos y pueblos (vivió y trabajó durante una década en Centroamérica). Prefiere el análisis que la descripción (Especialista en Cooperación y Máster en Estudios Latinoamericanos por la UCM) y tiene cierto empeño en tareas inabarcables (como la tesis doctoral que trata de acabar pronto o ejercer una paternidad responsable con sus tres hijos). Aquí suele actualizar las publicaciones.

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Sobre este blog: Un tiempo muerto es una oportunidad para tomar distancia y comprender lo que está pasando y recuperar la motivación. Es un tiempo para volver sobre las cosas con más acierto. Un tiempo muerto puede decidir un partido. Imprescindible para empezar la remontada que nos toca.